1
Los hombres nacen incapaces de comprender esta razón que
siempre es, tanto antes de oírla como habiéndola oído por primera vez.
Y dado que todo nace según esta razón, parecen inexpertos estando
experimentados en palabras y obras como éstas que yo narro, dividiendo cada una según su naturaleza e indicando cómo es. Pero los otros hombres olvidan cuanto hacen despiertos, como cuanto pasan por alto dormidos.
2
Por eso es necesario seguir lo común, es decir, lo público, porque lo común es lo público. Y siendo la razón común, la mayoría vive como si tuviese razonamiento privado.
5
En vano se purifican estando manchados con sangre, como si alguien que hubiese caminado en el barro quisiera lavarse con barro.
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Por eso es necesario seguir lo común, es decir, lo público, porque lo común es lo público. Y siendo la razón común, la mayoría vive como si tuviese razonamiento privado.
5
En vano se purifican estando manchados con sangre, como si alguien que hubiese caminado en el barro quisiera lavarse con barro.
30
A este orden, el mismo de todos, ni alguno de los dioses ni de los hombres lo hizo, sino que siempre era, es y será fuego vivo
47
En los mismos ríos entramos y no entramos: somos y no somos.
53
La guerra es el padre de todo, y gobernante de todo, e hizo a los dioses y a los hombres, y creó a los esclavos y a los libres.
92
Y la Sibila, con la boca enloquecida, diciendo cosas serias, sobrias y secas, miles de años alcanza con su voz gracias al dios.
93
El señor de quien es el oráculo de Delfos, ni dice ni esconde, sino señala.
La guerra es el padre de todo, y gobernante de todo, e hizo a los dioses y a los hombres, y creó a los esclavos y a los libres.
92
Y la Sibila, con la boca enloquecida, diciendo cosas serias, sobrias y secas, miles de años alcanza con su voz gracias al dios.
93
El señor de quien es el oráculo de Delfos, ni dice ni esconde, sino señala.
94
El Sol no traspasará las medidas, y si no, las Erinas, servidoras de Ley, lo descubrirán.
113
Común a todos es el razonar.
119
El carácter es un dios para el hombre.
123
Y lo que brota, segrún Heráclito, ama ocultarse.