martes, 2 de mayo de 2017

Áyax de Sófocles (vv. 646-692)




Áyax.—El tiempo largo e inmesurable revela todo lo oculto y oculta lo visible. Y nada es inesperado, sino que incluso son atrapados el temible juramento y las cabezas más duras. Pues yo también, que recién resistía temiblemente, como hierro templado, fui afeminado por la boca de esta mujer. Lamento dejarla viuda entre enemigos y huérfano al niño. Pero iré a los baños y campos costeros, de modo que lavándome la suciedad evite la intensa ira de la diosa. Y llegando a un lugar inmaculado, ocultaré esta espada mía, la más odiosa de las armas, enterrándola allí donde no se vea. ¡Que la guarden debajo Hades y Noche! Desde que yo recibí en mi mano este regalo de Héctor, mi mayor enemigo, nada agradable tuve de los aqueos. Es verdadero el proverbio de los mortales: "los regalos de los enemigos no son regalos provechosos". En adelante sabremos ceder ante los dioses y aprenderemos a respetar a los Átridas. Son los gobernantes y hay que ceder. ¿Por qué no? Hasta lo temible y más resistente cede por honores. Así los inviernos nevados dejan lugar al verano fructuoso, y el círculo eterno de la noche se aparta ante el día de blancos potros para que brille la luz. La ráfaga de los vientos temibles adormecen al mar afligido, y el sueño omnipotente libera tras haber encadenado, ni retiene para siempre. Nosotros, ¿cómo no sabríamos moderarnos? Yo acabo de entender que el enemigo debe ser tan odiado como amado en otra ocasión, y al amigo ofrecer cuantos servicios me plazcan, pues no permanecerá así para siempre. Para muchos de los mortales, no es confiable el puerto del compañerismo. Pero por esto todo saldrá bien. Y tú, mujer, habiendo entrado, suplica a los dioses que se cumpla completamente cuanto desea mi corazón. Y ustedes, compañeros, hónrenme igual que ella, y a Teucro, cuando llegue, indíquenle que se ocupe de nosotros y cuide de ustedes. Pues yo voy allí donde debo ir, y ustedes hagan lo que digo, y pronto quizás podrán enterarse de que, si ahora soy desgraciado, me he salvado. 





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